Los gatos salvajes

 

Son muy parecidos a los gatos dom�sticos, pero son salvajes como sus parientes mayores los pumas, tigres y leones. Se esta hablando de unos gatos especiales, los gatos salvajes que forman parte de casi todas las regiones argentinas.

Estos animales son �giles y cautelosos, temidos en la defensa, muy diestros para atrapar a sus presas, temidos por la mayor�a de los animales y perseguidos hasta el cansancio por su peor enemigo... El Homo sapiens.

El gato del pajonal, el ocelote, el gato pintado, el chiv�, el gato andino y el yaguarund�, son las especies que, con su marcha silencio, tanto que parecen fantasmas y sus ojos fosforescentes, ponen una nota especial en las noches del monte o las monta�as, haci�ndose acreedores de un car�cter sobrenatural que les da las leyendas y supersticiones.

Estos peque�os felinos tienen considerable participaci�n en la mitolog�a ind�gena de los pueblos de la Argentina. En la mayor�a de los pueblos cazadores chaquenses se cree en la existencia de un Padre de cada especie animal, ser m�tico que protege a sus hijos. Los Tobas dicen que le Padre del Yaguarund� es un hombre muy blanco, que vive oculto en una cueva y que antiguamente celebr� un tratado con los Padres de las distintas especies de lechuzas a fin de no enfrentarse por lograr las mismas presas. As� como los Matacos considerar que Tsilaha�s, el Due�o del Gato Mont�s, es quien cr�a a estos animales. Curiosamente el Gato Mont�s, aparece como el maestro del tigre o yaguaret�. El asunto tiene algo que ver con el primer fuego no compartido.

Suced�a que el tigre ��nico y celoso poseedor del fuego- nunca cazaba. Aprovechando su valiosa posesi�n, se hac�a aprovisionar de carne y pescado por quienes no quer�an comer su comida cruda: a cambio de poder meter un asador o una olla en la hoguera del yaguaret�, ten�an que cazar o pescar para �l.

Finalmente le robaron unas brasas y lograron su propio fuego, que fue repartido entre todos, y ya nadie necesit� del yaguaret�. Como no sab�a conseguir su propio alimento, el tigre comenz� a enflaquecer. Estaba tan flaco que se acerco a la muerte. El gato mont�s se apiad� de �l, llev�ndolo consigo para ense�arle a cazar. Al principio hizo que lo acompa�ara en sus expediciones as� pod�a observarlo cazar y le entregaba sus presas para que recuperada las fuerzas perdidas. Al cabo de unos diez d�as el alumno, el yaguaret�, estaba tan vigorosos que pod�a bastarse por s� mismo.

Estos gatitos poseen el cuerpo alargado, musculoso y compacto, con el pelo suave y lanoso. El pelaje es vistoso, casi siempre manchado o rachado, el colorido, la forma y la distribuci�n de las manchas determinan grandes diferencias entre las especies. Mantenido siempre lustroso por las frecuentes limpiezas con la lengua y las garras. Los miembros son cortos. Las patas delanteras tienen cinco dedos y las traseras cuatro; excepto las almohadillas plantales, las patas son peludas y esto ayuda para su caminar silencioso. Todos ubican sus pies traseros en la pisada de los delanteros. Los dedos terminan en fuertes y u�as curvas o garras retr�ctiles, quedando alojadas en una profunda hendidura de los tegumentos cuando el animal camina. Son los m�s carniceros entre los carn�voros. Tienen la cabeza corta y redondeada con anchos zigom�ticos que se relacionan con los poderosos m�sculos de la masticaci�n. Poseen ojos cuyas pupilas se contraen verticalmente y sus orejas pueden ser redondeadas o puntiagudas. En su gran mayor�a son animales solitarios, o a lo sumo viven en grupos familiares. Las cr�as nacen poco desarrolladas y con los ojos cerrados.

Todos los f�lidos neotropicales est�n presentes en la Argentina: el gato de pajonal (Felis colocolo), el gato mont�s (Felis geoffroyi), el gui�a (Felis guigna), el gato andino (Felis jacobita), el yaguarund� (Felis yagouaroundi), el margay o gato tigre (Felis wiedii), el chiv� o gato tigre chico (Felis tigrina), el gato onza u ocelote (Feliz pardalis), el yaguaret� (Felis onca) y el puma (Felis concolor).

Gato andino (Felis jacobita)

Es un gato grande de un largo total que oscila entre los 90 y los 112 cm, de los cuales corresponde a la cola unos 42 a 48 cm. Posee un pelaje muy largo, especialmente en la regi�n dorsal y un dise�o caracter�stico formado por manchas de color caf� o rojizo con forma variable de fajas, estr�as o puntos sobre un fondo plomizo o gris�ceo. A veces posee un aspecto atigrado con fajas verticales paralelas que bajan del dorso a los flancos. La cola es fajada con siete o nueve anillos oscuros que se ensanchan hacia la punta que es blanca, igual que la parte ventral, salpicado por pintas negras, la parte interna de las pata, las mejillas, los labios y la zona periocular. El cr�neo es corto y ancho, a diferencia del gato del pajonal (Felis colocolo) con la parte superior menos convexa y los arcos zigom�ticos no tan salientes. Por sus particulares craneales y la textura y el dise�o del pelaje bastante at�pico entre los gatos salvajes sudamericanos, se lo ha considerado en un subg�nero (o g�nero) diferente, del cual es �nico representante: Oreailurus. Habita zonas de alta monta�a en la Puna y la alta cordillera, incluso el macizo del Anconquija, siempre por encima de los 1.000 metros y se supone que llega hasta los 5.000 metros sobre el nivel del mar.

Este animal misterioso y confundido muchas veces con el gato del pajonal, reci�n �ltimamente ha comenzado a correrse el velo de intriga que rodea sus costumbres. Si bien tiene una amplia distribuci�n no parece com�n en ninguna parte y no se puede asegurar su presencia. En la Argentina parecer�a estar garantizada su subsistencia en las Reservas Provinciales de San Guillermo (San Juan), Laguna Brava (La Rioja), Laguna Blanca (Catamarca) y Los Andes (Salta) que totalizan una superficie protegida discontinua de m�s de 2.000.000 de hect�reas con h�bitats apropiados para la especie. No obstante esta presunci�n necesita una urgente confirmaci�n.

Si bien no se sabe de prendas confeccionadas con su piel, debido a su rareza y escacez que no permite contar con las pieles suficientes para su confecci�n, no es inapropiado para tal fin. Sin embargo no cuenta con una gran demanda para este fin y lo ayuda tambi�n el relativo despoblamiento actual de las zonas que frecuenta, anta�o recorridas por los arrieros que llevaban ganado a Chile y numerosos cazadores de vicu�as y chinchilleros que habr�an ocasionado bajas importantes a las poblaciones de este gato nunca evaluadas.

Gato Margay (Felis wiedii)

Este gato silvestre con aspecto de gato onza (Felis pardalis) peque�o, pero con el rinario negro, no rosado bordeado de negro como en aqu�l y con la cola proporcionalmente m�s larga que ocupa del 35 al 45% del largo total del animal que var�a de los 90 cm. A 1.20 mts. El animal presenta en vida un aspecto algo m�s orejudo y con �rbitas m�s grandes que el gato tigre chico (Felis tigrina), del que se distingue tambi�n por su coloraci�n, su color de fondo es m�s amarillento y las manchas forman ocelas con bordes negros y centro parduzco o caf� m�s o menos alineadas en el dorso y en los flancos. Las orejas son redondeadas negras por afuera con un lunar blanco. Este blanco reaparece en el ment�n y la zona periocular y se extiende por la zona ventral como un blancuzco o blanco sucio. El pelaje parece mas tupido que en el gato tigre chico lo que se nota muy bien en la cola que por esa raz�n parece m�s gruesa. Habita selvas h�medas en la zona paranaense o misionera y en las yungas. Sus menciones chaque�as son dudosas y requieren confirmaci�n.

Si bien la transformaci�n ambiental por quemas y desmontes lo afecta, mientras queden selvas vestigiales o capueras donde refugiarse y alimentarse el margay subsiste sin inconvenientes. Hasta 1961 su piel no ten�a mayor valor comercial, ya que a pesar de su hermoso dise�o, la coloraci�n de fondo amarillo-patito de muchos ejemplares resultaba muy llamativa para los gustos de las damas que adquir�an este tipo de tapados. No obstante esto ha cambiado y hoy es habitual su captura con fines peleteros y principalmente con trampas-cepo ubicadas cerca de los gallineros.

Gato yaguarund� (Felis yagouaroundi)

Este gato de aspecto particular con la cabeza achatada, las orejas peque�as, las patas proporcionalmente cortas en comparaci�n al cuerpo alargado y la cola que alcanza el 40% del largo total que oscila entre los 90 cm. Y m�s de un metro. Todo esto le da un curioso aspecto de must�lido que lo hace parecer m�s a un hur�n grande que a�n gato. Ayuda a esta impresi�n su manera de caminar con la cabeza un tanto gacha, la parte posterior del cuerpo m�s elevada y la cola cerca del suelo. Su pelaje es uniforme predominando m�s ejemplares pardos gris�ceos o moros (de all� su nombre de gato moro), aunque pueden aparecer en la misma camada otros leonados o rojizos, sin faltar los enteramente negros. Sus diferencias generales y las craneanas tan particulares, justificar�an su distinci�n gen�rica. En Argentina si distinguen dos subespecies: Felis yagouaround� eyra y Felis yagouaround� amaghinoi, cuya diferenciaci�n se basa exclusivamente en un distinto matiz de pelo m�s apagado en cualquier de sus dos fases: mora o roja. La subespecie Felis yagouaround� eyra habita zonas selv�ticas del noreste argentino, incluso pajonales, selvas en galer�a, espinales y bosques chaque�os, en tanto que el Felis yagouaround� ameghinoi poblar�a el Chaco occidental y serrano, la zona del monte con jarillales y retamales y el caldenal pampeano.

Es el m�s resistente de los gatos salvajes sudamericanos. Subsiste donde los otros ya han desaparecido. A pesar de ello, la destrucci�n y quema de sus refugios no lo favorecen en nada. De all� que en la Provincia de C�rdoba se lo considere en marcado retroceso num�rico. Su piel no tiene demanda y por lo general directamente al caer en los cepos dispuestos para sus parientes manchados, que no reconocen el dise�o ni la coloraci�n del pelaje, se los mata a golpes para liberar la trampa o bien se lo suelta con la pata quebrada o lastimada. Rara vez el trampeador se toma el trabajo de cuerearlo. Tambi�n se los elimina cuando se ceban con gallinas u otras aves de corral. La evaluaci�n del trampeo no ha sido evaluada, al igual que el tr�fico encubierto de su piel como otras pieles al ser dif�cil de determinar por los aduaneros o inspectores.

Los gatos salvajes han sido y son muy perseguidos en la Argentina a pesar de la existencia de una ley que los protege. Unas m�s que otras, todas las especies parecen haber reducido su poblaci�n a manos de cazadores que proveen a la industria peletera.

El gato del pajonal merced a que vive en regiones muy pobladas, va siendo desplazado de su h�bitat natural y en muchas zonas fue eliminado totalmente como en la Provincia de Buenos Aires y en la Provincia de Santa Fe.

Las pieles m�s codiciadas son las del ocelote y el gato mont�s, con las que se originan tapados y quillangos. El chiv�, el margay y el ocelote est�n catalogados como especies vulnerables, en camino de pasar a ser directamente amenazadas de extinci�n. El gato andino esta considerada como especie rara. El yaguarund�, aunque perseguido por su costumbre de cazar gallinas, gracias a su pelaje poco llamativo y a su desarrollada agresividad parece estar ampliando sus dominios.

La caza indiscriminada de estos f�lidos, guiada por la b�squeda de un beneficio comercial, indudablemente redunda en perjuicio para los seres humanos. Los gatos salvajes, desde el punto de vista de la ecolog�a, son eslabones finales de muchas cadenas alimentarias y su supresi�n significar�a la proliferaci�n de roedores y aves destructoras de la agricultura.

Cristian Frers.

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